domingo, 5 de mayo de 2013

Concepto de democracia

Viñeta de Albert Monteys



Mi propia definición de democracia se basa en tres características principales: participación, libertad y responsabilidad. El elemento fundamental de  lo que considero una democracia real es la participación. Realmente, el resto de características no son más que producto o condiciones de la participación.

Casas y Botella (2003) comienzan su texto aclarando que la democracia “[…] entendida como “gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”, es entendida, en la práctica, como gobierno de representantes elegidos por el pueblo y sujetos a control por parte del pueblo.” (p. 30). Si bien entiendo la necesidad de la existencia de representantes; es fundamental que la existencia de los mismos esté totalmente justificada y, sobretodo, que la participación ciudadana no se limite a la elección de dichos representantes. Como bien indica la cita, dichos representantes, a la vez que representar, deben estar sujetos a control. En el contexto actual, y en nuestro país concretamente, ambos aspectos están totalmente en entredicho. El propio sistema electoral y de organización política pone en tela de juicio el grado real de representación y; sobretodo, el control sobre los actores políticos es totalmente inexistente, siendo estos inmunes a cualquier tipo de control por parte de la ciudadanía (salvo las elecciones cada cuatro años).
Sin embargo el sistema está diseñado de tal modo que contempla tanto la representación como el control, a través de métodos cuestionables, pero que existen y, por tanto, justifican el sistema. Es en este momento cuando los otros dos pilares de la democracia aparecen como requisitos para que esta sea una garantía.
La libertad y la responsabilidad son condiciones que van ligadas, ya que el desequilibrio entre ambas conducen a situaciones de abuso. Actualmente, la corrupción y la explotación y esclavitud son ejemplos de estos abusos, producto de la existencia de sectores y grupos que gozan de una libertad casi absoluta y que actúan sin ningún tipo de responsabilidad. Pero no solo estos son ejemplos de esto, sino que la supuesta libertad de elección de representantes políticos por parte de los ciudadanos, queda visiblemente en entredicho frente a un análisis en profundidad. En una sociedad donde la opinión mediática bombardea constantemente a la ciudadanía, la libertad individual corre el riesgo de ser utilizada como arma de doble filo, que sirve para justificar la falta de participación. “El ciudadano tiene la responsabilidad de participar, pero si ejerce su derecho a no hacerlo, tiene libertad para ello.”
Por otro lado, la libertad, requiere, como bien indican los autores mencionados, del principio de igualdad. La propia libertad está influenciada por las condiciones sociales, económicas y culturales. El principio de igualdad consiste en garantizar los requisitos necesarios para que toda la ciudadanía pueda ejercer su participación con libertad y responsabilidad. El sistema democrático requiere por parte del individuo de su capacidad para utilizar los medios de participación y control de los que dispone, incluso para poder decidir, realmente, no participar.
Una educación democrática es necesaria, ya que sin la existencia de esta, la libertad y responsabilidad individual son pervertidas y distorsionadas para el beneficio de aquellos agentes que se benefician de la situación de desigualdad.

Bibliografía y fuentes
Casas Vilalta, M. y Botella Corral, J. (2003). La democracia y sus retos en el siglo XXI. Elementos para la formación democrática de los jóvenes. Barcelona: Praxis.
Dewey, J. (9ª ed., 1978). Democracia y educación. Buenos Aires: Losada.

domingo, 28 de abril de 2013

Escuelas Democráticas


“Para que las personas consigan y mantengan una forma de vida democrática, deben tener oportunidades de aprender lo que esa forma de vida significa y cómo se puede practicar” (p. 21)

 

Escrito por M. W. Apple y J. A. Beane, en Escuelas Democráticas se recopilan las experiencias de cuatro centros educativos estadounidenses, enmarcados en el perfil de escuelas democráticas.  A pesar de las diferencias propias de cada centro y entorno en el que se encuentran situados, su proyecto educativo contiene determinados aspectos comunes.
El libro se divide en seis capítulos, de los cuales el primero y el último sirven a modo de marco teórico y reflexión final, respectivamente. Son los cuatro capítulos centrales los que narran las distintas experiencias.

El primer capítulo se centra en definir a qué nos referimos con escuelas democráticas, para ello presta atención, en un primer momento, al propio concepto de democracia. Esta se puede definir, en resumen, por tener tres componentes: participación, libertad y responsabilidad.
Para que esto pueda ser una realidad son necesarias varias condiciones (indicadas en la página 21):


1.      La libre circulación de ideas, con independencia de su popularidad, que permite a las personas estar informadas al máximo.
2.      La fe en la capacidad individual y colectiva de las personas para crear posibilidades de resolver problemas.
3.      El uso de la reflexión crítica y el análisis para valorar ideas, problemas y políticas.
4.      La preocupación por el bienestar de otros y “el bien común”.
5.      La preocupación por la dignidad y los derechos de los individuos y las minorías.
6.      Una comprensión de que la democracia no es tanto un “ideal” que se debe perseguir como un conjunto “idealizado” de valores que debemos vivir y que deben guiar nuestra vida como pueblo.
7.      La organización de instituciones sociales para promover y ampliar la forma de vida democrática.

Tras el concepto de democracia, abordan directamente el de escuelas democráticas. Aunque en un primer momento señalan que “[…] las escuelas democráticas están marcadas por la participación general en cuestiones de gobierno y elaboración de política” (p. 25), esta participación afecta también a aspectos académicos como la elaboración del currículum.
El objetivo de este tipo de centros es trascender más allá de la escuela, consiguiendo que la democracia llegue a todos los rincones de la comunidad. Fomentando la implicación y participación de profesorado y alumnado, frente a los objetivos y planes impuestos por una organización y currículum basados en valores no democráticos y hegemónicos.
Como justificación de la existencia de este tipo de escuelas aparecen las palabras de Mursell (1955, p. 3):
“Si las escuelas de una sociedad democrática no existen para el apoyo y la extensión de la democracia, y no trabajan para ello, entonces son o bien socialmente inútiles, o socialmente peligrosas. En el mejor de los casos, educarán a personas que seguirán su camino y se ganarán la vida indiferentes a las obligaciones de ciudadanía en particular y de la forma de vida democrática en general […] Pero es muy probable que las eduquen para que sean enemigos de la democracia: personas que serán presa de demagogos, y que apoyarán movimientos y se reunirán en torno a dirigentes hostiles a la forma de vida democrática. Estas escuelas o bien son fútiles o bien subversivas. No tienen una razón legítima para existir.”

El segundo capítulo narra la experiencia ocurrida en el Colegio de Educación Secundaria de Central Park Este, situado en el barrio de Harlem Este. Su propósito fundamental es enseñar a los estudiantes a utilizar bien su mente, prepararlos para una vida bien desarrollada que sea productiva, socialmente útil y satisfactoria en lo personal.
Para ello hace hincapié en el rendimiento intelectual en un número limitado de materias, centrándose en el aprender a aprender, a razonar y a investigar. También se destaca que familia e instituto, como principales instituciones educativas, deben trabajar conjuntamente.
El proyecto se sustentaba en cuatro principios básicos:
1.      Menos es más, mejor tener un conocimiento profundo de menos cosas, que conocer mucho de forma superficial.
2.      Personalización del proceso de enseñanza-aprendizaje.
3.      Establecimiento de metas por parte de profesorado y alumnado, quitando importancia a las metas establecidas por el sistema.
4.      El estudiante como trabajador, no un receptor pasivo de información, sino un investigador que debe cuestionarse e indagar en busca de respuestas.
Otro de los aspectos importantes era la evaluación del alumnado. A través de presentación de trabajos ante un comité, estos trabajos debían contemplar las siguientes cuestiones:
-          ¿Cómo sabes lo que sabes? (Datos)
-          ¿De quién es el punto de vista desde el que se presenta esto? (Perspectiva)
-          ¿Cómo se relaciona este acontecimiento o trabajo con otros? (Relaciones)
-          ¿Qué ocurriría si las cosas fueran diferentes? (Suposiciones)
-          ¿Por qué es importante esto? (Relevancia)
Para poder llevar a cabo todo este proceso, el centro adoptó varias medidas:
-          Aprendizaje por proyectos.
-          Ratios bajas (<20).
-          Uso de colaboradores externos, en especial para la propia autoevaluación del proyecto que llevaban a cabo.
-          Reconocimiento al profesorado del tiempo para planificar, colaborar y evaluar; facilitando en la medida de lo posible que pudieran llevar a cabo estas tareas.

El tercer capítulo, dedicado a un centro de formación profesional[1], comienza evidenciando la contradicción existente entre el beneficio de otorgar una formación a alumnado que abandonarían los estudios, frente a la creación de un sistema dual que mantiene las diferencias sociales.
Intentando acabar con esa contradicción y buscando una formación profesional de calidad pusieron en marcha el proyecto “Trabajos para la Ciudad”. Este programa constaba de los siguientes elementos:
-          El trabajo en la escuela estaba dirigido a la actuación en el entorno.
-          Fuerte relación con la comunidad.
-          Democracia participativa en la escuela.
-          Colaboradores externos.
-          El mando a manos de los profesores.
-          La integración curricular, el trabajo común, crea una interdependencia entre el profesorado. Esta interdependencia conlleva el reconocimiento de tiempo de planificación común.
En resumen, el alumnado buscaba aquellas necesidades que existían en el entorno del centro educativo y diseñaban un plan de trabajo que persiguiera la mejora de dicho entorno, dando una mayor relevancia al proceso educativo.

El cuarto capítulo se centra en la fuerte lucha entre la administración central y la Escuela Fratney. Situada en un entorno multicultural, la comunidad educativa defendía la necesidad de que la escuela fuera un reflejo de dicho entorno, por lo que se vieron enfrentados a la administración para:
1º Defender el mantenimiento de la escuela, que iba a ser destruida para sustituirla por un centro de formación de profesorado.
2º Que el acceso fuera preferente por pertenencia al barrio, para mantener su diversidad.
Conseguidos estos primeros objetivos, elaboraron un plan para convertir la escuela en un ejemplo de democracia que trascendiera más allá de los muros, implicando a toda la comunidad educativa. Los componentes de dicho proyecto fueron:
-          Programa bilingüe en ambos sentidos (español-inglés).
-          Currículum multicultural antirracista.
-          Métodos globalizados de enseñanza de la lengua y aprendizaje natural de la segunda lengua. Utilización de libros grandes, lectura compartida, publicación de libros y periódicos, clubes de lectura, etc…
-          Aprendizaje cooperativo y disciplina. “Nos dimos cuenta de que hacer la transición del pasado, en el que [los alumnos y alumnas] habían sido tratados como ganado, al futuro, en el que queríamos que actuaran como seres humanos responsables.” (p. 112).
-          Enfoque temático del currículum, es decir, trabajo por proyectos.
-          Desarrollo del pensamiento crítico.
-          Gobierno. Junta de padres y profesores.
-          Participación significativa de los padres. Asegurando cupo en las reuniones, programas de escritura, realización de talleres para padres y el trabajo de dos mediadores interculturales (mexicanoamericano y afroamericano).
-          Relación con la comunidad.

El último de los centros que aparecen en el libro es la Escuela de Enseñanza Media Marquette, cuyo objetivo principal fue la creación de una comunidad entre el alumnado. Como el propio texto indica:
“El propósito de nuestro currículum es ayudar a los jóvenes a desarrollar su comprensión de sí mismos y su mundo. Utilizando un enfoque constructivista, les pedimos que identificaran las preguntas y las preocupaciones que tienen sobre sí mismos y el mundo.” (p. 138).
El motor principal del proyecto fue la creación del currículum a través de las propias inquietudes del alumnado. De forma que, partiendo de sus intereses y a través del trabajo por proyectos, el aprendizaje alcanzaba unos niveles de significación y relevancia que difícilmente son conseguidos con métodos tradicionales.
Otros elementos fundamentales del programa fueron:
-          La utilización de portafolios como sistema de evaluación. El alumnado “no podía creer” todo lo que había aprendido.
-          Inclusión de la comunidad en el proceso de educativo, por ejemplo para impartir talleres.
-          Inclusión de estudiantes en las reuniones de padres y profesores.

El motor principal del proyecto fue la creación del currículum a través de las propias inquietudes del alumnado. De forma que, partiendo de sus intereses y a través del trabajo por proyectos, el aprendizaje alcanzaba unos niveles de significación y relevancia que difícilmente son conseguidos con métodos tradicionales.

Como se ha podido observar a lo largo de los distintos capítulos hay elementos comunes en todos los casos. La implicación y el trabajo conjunto con toda la comunidad educativa, la apertura al entorno y la posición del alumnado y el profesorado como principales actores del proceso educativo, no solo en su ejecución, sino también en su planificación; son fundamentales para conseguir que la participación y la responsabilidad se conviertan en una realidad.
Por otro lado, a pesar de los diferentes contextos, no solo espaciales, sino también temporales; las experiencias que aquí se narran son ejemplos de acciones que, aunque no son fácilmente llevadas a cabo, no requieren de cambios estructurales del propio sistema educativo, sino de la implicación y compromiso de un equipo docente convencido de querer transformar la realidad en la que se encuentran.

BIBLIOGRAFÍA
-     Apple, M. W. y Beane, J. A. (1997). Escuelas democráticas. Madrid, Morata.
-          Mursell, J. (1955). Principles of Democratic Education. Nueva York, Norton.


[1] Similar a los programas españoles de PCPI, Escuelas Taller, etc.

domingo, 30 de diciembre de 2012

El Elemento


Imagen extraida de: Re-imaginando

Me siento frente al ordenador y la representación virtual de una hoja de papel en blanco en la pantalla me devuelve mi reflejo durante varios minutos, demasiados tal vez, mientras las palabras de Charles, el pianista, se repiten en mi cabeza: "<<No -dijo-, lo que quieres decir es que te gusta la idea de tocar los teclados. Si te encantase, lo estarías haciendo. >>" (Robinson, 2009, p. 39). Esto es lo que le respondió dicho pianista a Ken Robinson después de que este le declarara que le encantaría tocar tan bien como él. Sin duda alguna este es uno de los pasajes que más me han impactado del libro, ya que hace poner en entredicho cosas que uno da por conocidas de sí mismo. ¿Qué nos gusta? ¿Qué se nos da bien? ¿Qué creemos que podemos hacer? Y, sobretodo ¿hacemos aquello que realmente queremos? De todo ello y mucho más trata la obra de Robinson El Elemento (2009).
A través de un gran número de historias reales el autor define y reformula conceptos como creatividad, imaginación e inteligencia y nos habla de vocación, capacidades, esfuerzo, barreras, oportunidades y, ante todo, elecciones. Haciendo tambalear prejuicios, ideas que damos por sabidas sobre nosotros mismos y nuestra sociedad, Ken Robinson nos invita a iniciar la búsqueda de nuestro propio Elemento, “[…] el lugar donde convergen las cosas que nos gusta hacer y las cosas que se nos dan especialmente bien.” (Ibid., p. 12).

El Elemento está compuesto por once capítulos, además de una introducción y un epílogo, a lo largo de los cuales, basándose en casos reales, Robinson expone su teoría, sustentada, desde mi punto de vista, en tres pilares básicos: el propio concepto de Elemento, redefinir el concepto de inteligencia y las implicaciones teóricas y prácticas que ello implica; y la superación de barreras y la toma de elecciones (autonomía individual).

El concepto de Elemento ocupa el primer capítulo. Pero, ¿qué es el Elemento? Según el propio autor “el Elemento es el punto de encuentro entre las aptitudes naturales y las inclinaciones personales.” (Ibid., p. 36). Y además “[…] tiene dos características principales y hay dos condiciones para estar en él. Las características son: capacidad y vocación. Las condiciones son: actitud y oportunidad.” (Ibid., p. 37)
Como podemos ver, el concepto no es simple. El Elemento no es una capacidad, una habilidad o una actitud; tampoco un campo de conocimiento, una ocupación o una competencia. El Elemento  es todo eso y mucho más al mismo tiempo pero un concepto totalmente distinto a cualquiera de ellos. Como describe Ken Robinson consta de dos características y dos condiciones, lo cual hace que definir un Elemento o elaborar un listado con los distintos Elementos que podamos encontrar sería imposible, dado que éste es tan único como cada individuo.
Definir el Elemento de una persona puede ser mucho más difícil que saber si dicha persona lo ha encontrado o no, ya que los límites pueden llegar a ser muy difusos. El Elemento puede abarcar actividades muy concretas y delimitadas, como por ejemplo tocar un instrumento musical concreto y, además, ciertos estilos musicales; o ser muchísimo más amplio, como por ejemplo todo lo relacionado con la música. Una misma persona incluso podría descubrir distintos Elementos a lo largo de su vida en actividades “aparentemente” dispares, como las matemáticas y tocar un instrumento musical. Pero aunque no podamos elaborar una “clasificación de Elementos”, lo que es seguro es que este tiene que ver con la inteligencia, la imaginación y la creatividad, lo cual da paso a los siguientes capítulos del libro.

El segundo pilar de la propuesta de Robinson es la necesidad de repensar sobre el concepto que tenemos de inteligencia y el uso que hacemos de dicho concepto. Tradicionalmente el concepto de inteligencia se ha limitado a lo que Howard Gardner denomina, en su teoría de las inteligencias múltiples, inteligencia lingüística e inteligencia lógico-matemática (Gardner, 1987). En mi opinión, similar a las de Gardner y Robinson, esta definición es una manera extremadamente limitada de conceptualizar la inteligencia del ser humano. Pero a pesar de dicha limitación, esto no ha impedido que la sociedad occidental, y en especial nuestros sistemas educativos, se organicen en torno a este concepto. Se ha creado una profunda cultura académica (Pérez Gómez, 2000) asentada en dicha definición de inteligencia con una compleja y poderosa industria dedicada a la elaboración e implementación de pruebas estandarizadas para el cálculo de la inteligencia, el rendimiento académico, etc. (Robinson, op. cit.). Industria fuertemente influenciada a su vez por modelos económicos neoliberales y con grandes intereses (Torres Santomé, 2011).
Todo ello no hace más que impedir a los sujetos ser conocedores de sus verdaderas capacidades e impedir que encuentren su Elemento, por lo que se hace necesario repensar los sistemas educativos dando al resto de inteligencias la importancia que se merecen y, sobretodo, poniendo la creatividad en primer plano en nuestras escuelas, en lugar de eliminarlas de la mente de nuestro alumnado (Robinson, op. cit.).

La mejor manera para abordar la que considero la tercera idea principal del libro es con la siguiente cita: "El miedo es, quizá, el obstáculo más común para encontrar el Elemento." (Ibid. p. 159). Aunque la segunda idea principal trataba en parte de romper barreras, de repensar conceptos y reestructurar nuestra forma de organizar la sociedad y sus mecanismos; la tercera idea gira en torno a romper barreras de carácter más individual, nuestros propios miedos, que, aunque compartidos muchos de ellos, en el fondo propios de cada sujeto. Como bien indica el autor, "las barreras para encontrar el Elemento son como tres <<círculos de restricción>> concéntricos. Estos círculos son personales, sociales y culturales." (Ibid., p. 155). Pero a mi forma de ver, la clave para delimitar esta tercera idea principal no es el origen de los miedos, si no su solución. A lo largo de la tercera parte del libro, Robinson invita al lector a tomar las riendas de su propia vida y de sus elecciones, derribar prejuicio sobre nuestras propias capacidades y miedo al fracaso o al tiempo.

Aunque ya he comentado los que son, desde mi punto de vista, las tres ideas principales del libro no puedo omitir algunos de los múltiples conceptos que define Robinson a lo largo del libro. Entre ellos quiero destacar dos: el concepto de tribu y el de mentor.
La tribu está formada por aquellas personas con las que el individuo conecta y con las cuales comparte el mismo Elemento, de forma que dicha relación la hace ser más sí misma.
El mentor no se presenta como un simple enseñante o tutor, si no como aquella persona que nos estimula y facilita el encuentro con nuestro Elemento, al tiempo que nos exige, no de manera negativa, si no de forma constructiva, incitándonos a mejorar. Aunque no la he catalogado como una de las ideas principales del libro, el concepto de mentor es de los que más me ha interesado, en parte porque creo que mi Elemento se encuentra en esa dirección.

Como conclusión añadir que a pesar de su contenido, El Elemento no es un libro puramente académico desde mi punto de vista. Su estilo, basado en la narración de los casos reales, hace que la lectura no sea muy densa. Aunque este mismo hecho produce que el libro se acerque, en mi opinión, peligrosamente a la categoría de “autoayuda”. Para mí esta es su principal falla, dado que las ideas y planteamientos que Robinson trata en su libro implican un potente impacto a nivel educativo, aspecto que no se explota lo suficiente en la obra. Por otro lado, el carácter general, global, de El Elemento me hace pensar que podría tratarse más bien de una obra introductoria que puede dar paso a textos futuros más especializados.


BIBLIOGRAFÍA
-    Gardner, H. (1987). Estructuras de la mente. La teoría de las múltiples inteligencias.  México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.
-        Pérez Gómez, A. I. (2000). La cultura escolar en la sociedad neoliberal. Madrid: Morata.
-        Robinson, K. (2009). El Elemento. Barcelona: Grijalbo.
-        Torres Santomé, J. (2011). La justicia curricular. Madrid: Morata.